viernes, 24 de mayo de 2013

Disfunción de la integración sensorial

Quizá alguno de nosotros probablemente ha descubierto   sin pensarlo conscientemente  cuales son las cosas que nos ayudan a relajar, a concentrarse o sólo a sentirnos bien en varias situaciones. Quizá algunos utilicen diferentes técnicas dependiendo de las circunstancias. Quizá la música te ayuda a concentrarte cuando trabajas pero te distrae durante una conversación.





Nuestro cerebro debe ser capaz de organizar y procesar estas entradas sensoriales y usarlas para responder apropiadamente frente a una situación particular. Es decir, integramos información que es recibida a través de nuestros sentidos. Es difícil imaginar cuán difícil es la vida para aquellos que no pueden oír o ver adecuadamente. Es mucho más difícil aún imaginar cómo es para aquellos que no pueden entender lo que perciben a través del tacto o el sistema vestibular  que controla el movimiento y la gravedad. La habilidad para aprender aún las cosas más simples y comportarse apropiadamente en diferentes situaciones depende de estas habilidades.


Pues bien desde hace tiempo que me he cuestionado el comportamiento de Isaac pues ciertamente es un niño muy cariñoso y dedicado cuando se encuentra en un ambiente cómodo, silencioso, sin muchas imágenes que le distraen. Sin embargo he notado con cierta preocupación cómo reacciona a ciertos estímulos como son los ruidos fuertes, los gritos, el roce de la etiqueta, el zacate para bañarse, como toca repetidamente una cosa incluso al tocarle la cabeza. De hecho es un problema el corte de pelo con la “maquinita” hemos dejado de llevarlo a  la estética y le cortamos el pelo en casa pues era un sufrir  y terminaba todo lastimado en la silla por el esfuerzo para no dejar cortarse el pelo. He tenido que abandonar algún lugar porque no soporta el ruido, le irrita, le molesta e incluso llora desesperadamente. Esa fue la razón por la cual no quería asistir a las clases de Tae kwan do. El grito que emitían los niños durante los movimientos no sólo le asustaban, le ponían en un estado de pánico.   Le cuesta ciertamente mucho trabajo dejar una actividad que está disfrutando para cambiar a otra aún y cuando le sea avisado con tiempo. Esto está dificultando su disposición para hacer la tarea en casa y su comportamiento en la escuela no es el apropiado. Preocupada por ello comentaba con una mamá que conocí en un curso y me dice que eso obedece a una disfunción de la integración sensorial (DIS) y me di a la tarea de buscar información al respecto.




La integración sensorial es la habilidad de recibir, separar y organizar información del cuerpo y del mundo que nos rodea. Todo esto ocurre automáticamente en el sistema nervioso central (nervios, médula espinal y cerebro). La información es recibida por el sistema nervioso a través de los sentidos –vista, tacto, oído, gusto y olfato.

La mayor parte del cerebro responsable por el procesamiento de la integración sensorial es el tronco cerebral brainstem. Cuando una disfunción sensorial integrativa está presente, el brainstem puede no estar completamente maduro. De allí que el mayor nivel del cerebro, la corteza, trata de asumir la función del brainstem. Ya que la corteza es el área pensante del cerebro, el estudiante tiene dificultades llevando a cabo funciones motoras automáticas. Los movimientos parecen lentos, torpes y descoordinados. Para complicar la situación aún más, la corteza es necesaria para la concentración y el aprendizaje. Como  la corteza está ocupada con las funciones de movimiento del brainstem, no está disponible para asistir completamente a actividades escolares.

La disfunción en el sistema táctil puede causar que percibamos un toque ordinario de alguien como algo amenazante. Imaginémonos por un momento que estamos en una calle oscura que no conocemos  y de repente sentimos una mano en nuestro hombro. Nuestro cerebro y cuerpo podría inmediatamente reaccionar. Niños cuyo sistema táctil da información inexacta se pone frecuentemente en estado de alerta.

Ahora imaginémos que al encender el radio o la televisión no se sintonizan los canales y todo se ve y escucha distorsionado,  imaginémos sentados en una silla con una pata más corta y alguien encendiendo y apagando la luz, además sentir que la ropa nos irrita o la sentimos demasiado justa y tener los zapatos al reves. ¿Podríamos intentar ahora atender una lectura o una explicación de alguien sobre un tema importante?  Es lo que sucede cuando alguien con una disfunción de la integración sensorial intenta centrar su atención. Todo esto a su alrededor le imposibilita concentrarse.

Nuestro cerebro requiere cierta cantidad de información táctil, visual, vestibular. Este requerimiento varía de un tiempo a otro y en varias situaciones. Si no tenemos suficientes estímulos para saciar nuestro cerebro, podemos reaccionar buscándolos. Es decir, en el caso del estímulo táctil, estarán tocando a alguien o algo constantemente, aún y cuando el tocamiento sea inapropiado. Quizá no perciban la intensidad y sean incapaces de distinguir cuanta fuerza o presión ejercer. Isaac recientemente  ha estado  chupando los labios  hasta hacerse  una fisura  que le ha sangrado, no obstante el dolor, en cuanto lo dejaba de ver volvía a hacerlo o bien se metía los dedos en la boca.   Claro después no toleraba el dolor pero no paraba de hacerlo.

Existen especialistas que pueden ayudar. Básicamente se trata de hacer que madure el sistema nervioso para que integre correctamente la información sensorial. Ya que el sistema nervioso tiene dos vías: una de entrada ( los sentidos) y otra de salida {nuestras respuestas), la única manera de actuar sobre él es a través de los propios sentidos estimulándolos.


Los terapeutas ocupacionales expertos en Integración Sensorial proponen ejercicios que estimulan el tacto y el sentido vestibular.  Estos son dos de los sentidos que más directamente afectan a nuestro sistema nervioso. Primeramente hacen un estudio del niño para conocer cuáles son los ejercicios más adecuados en cada caso.


El otro sentido que más puede afectarnos después del vestibular y el tacto, es el oído. Para estimularlo y corregir audiciones defectuosas existen varios métodos de reeducación auditiva. Uno de los más conocidos y efectivos es el del doctor Guy Berard. Consiste en un programa que dura 10 días consecutivos y consta de 20 sesiones de audición musical de 30 minutos y se dan 2 cada día con intervalos no inferiores a 3 horas. 



El cerebro del niño madura de forma natural gracias a todos los estímulos que le llegan de su entorno y a cada uno de los movimientos que realiza. Por ello es importante pensar en una reeducación psicomotriz. Esta consistirá en llevar a cabo un programa de movimientos básicos que el bebé realiza de forma innata en su desarrollo, como por ejemplo, el gateo.


Es necesario que se visite a un optometrista ante la posibilidad de necesitr una reeducación ocular, ésta suele resultar sencilla con muy buenos efectos en períodos relativamente cortos de tiempo.


Todo esto me lleva a retomar la estimulación táctil y de otros sentidos y he vuelto a sacar los guantes de textura, brochas, lijas y muchos otros materiales para comenzar de nuevo esta estimulación.  En adelante les comentare como nos ha funcionado.



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